Con el partir de la filosofía griega se puede valorar la vida profesional, donde Aristóteles distingue entre dos tipos de acción la praxis y la poiesis. Donde poieses es la actividad productiva que se valora por el resultado final de la actividad, como la obra de un arquitecto. La obra no tiene cualidades por ella misma sino por su producto, en cambio la praxis es una actividad racional que vale por si misma y de la cual se pueden predicar las virtudes. De la praxis se pueden predicar las virtudes, la praxis de la vida publica. La vida privada no vale tanto porque los hombres son ciudadanos y si se encierran en si mismos no viven una vida virtuosa. Pero el problema es que los ciudadanos son un conjunto muy pequeño de la población por lo que virtuosos no pueden ser todos.

En estos momentos en el ámbito profesional se exige una especialización mayor y más aún cuando todo el mundo aspira a la profesionalización. Donde la profesionalización es el criterio social de la excelencia de la persona. Todo esto se logra a través del trabajo y del esfuerzo propio. Se dice por lo tanto, que el trabajo ya no es una castigo de Dios, es la fuente de la riqueza y la ventana al éxito. Para la profesionalidad, la virtud se encuentra en la prosperidad que se tiene de ser un ganador, en la voluntad de superarse.

 En estos momentos el individuo se empobrece debido a que limita su vida a un solo ámbito, sacrificando las virtudes sociales e individuales.

Como profesionales es muy gratificante un trabajo bien hecho dado el reconocimiento que este tiene en sí. Por este reconocimiento podemos decir que volvemos a la praxis, el ideal del actuar griego. El problema de la profesionalización esta en hasta qué punto el trabajo se vuelve más importante que la vida privada.